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Hace unos días, un amigo me compartió una experiencia que vivió en su trabajo. Su historia, aunque particular, refleja una realidad que muchos profesionales enfrentan en diversas industrias: la necesidad de proteger nuestras ideas y desarrollos, especialmente cuando estos aportan un valor significativo a nuestras organizaciones.

Mi amigo, un profesional dedicado y creativo con muchos años de experiencia, recibió un desafío importante: se le pidió desarrollar un sistema para la trazabilidad de materiales, una tarea crítica para asegurar la calidad y eficiencia en las operaciones de su empresa. La primera propuesta de la empresa fue que realizara este trabajo en Excel, lo que él consideró inadecuado debido a la magnitud y complejidad de las transacciones involucradas.

Decidido a buscar una solución más robusta, propuso desarrollar una aplicación utilizando Power Apps de Microsoft, una herramienta licenciada por la empresa. A pesar de presentar una maqueta funcional y pedir recursos para su desarrollo, la empresa no aprobó su solicitud. Sin embargo, motivado por demostrar su capacidad, desarrolló una versión rústica de la aplicación por su cuenta. Esta solución no solo superó una auditoría, sino que también permitió gestionar datos de manera eficiente y responder rápidamente a los desafíos que se presentaban.

A medida que el éxito de su aplicación se hizo evidente, con la implementación y adecuación de la misma por parte de otras unidades operativas, la empresa finalmente decidió invertir en su desarrollo, y la aplicación fue escalada y mejorada. Sin embargo, al reflexionar sobre todo el proceso, surgió una pregunta: ¿debería haber protegido su desarrollo desde un inicio?

¿Qué dice la ley?

Este caso nos invita a reflexionar sobre la protección de nuestras ideas y desarrollos en el ámbito laboral. En un sentido amplio, la propiedad intelectual se refiere a toda creación de la mente humana, incluyendo inventos, modelos de utilidad, marcas, obras literarias y artísticas, entre otros (INAPI)

En Chile, el organismo responsable del registro de derechos de Propiedad Industrial, conforme a la Ley 19.039 y su Reglamento, es el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI), que anteriormente operaba como el Departamento de Propiedad Industrial. Por otro lado, el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural (SERPAT), creado en 2018 tras la conformación del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, es la entidad encargada de registrar los derechos de autor y derechos conexos. Esto incluye los derechos de los autores sobre sus obras, los derechos de los artistas intérpretes o ejecutantes sobre sus interpretaciones o ejecuciones, los derechos de los productores de fonogramas sobre sus grabaciones, y los derechos de los organismos de radiodifusión sobre sus programas de radio y televisión, tal como lo establece la Ley N° 17.336 sobre Propiedad Intelectual y su Reglamento.

Una mirada técnica al caso

Desde una perspectiva técnica, el enfoque que adoptó mi amigo al utilizar Power Apps, una herramienta licenciada por la empresa, fue acertado. El uso de software licenciado asegura que cualquier desarrollo se realice dentro del marco legal y con los recursos que la empresa ha dispuesto. Sin embargo, hay consideraciones adicionales que podrían haber fortalecido su posición desde un inicio.

Aunque el software base es propiedad de Microsoft, la técnica específica y el flujo de trabajo que mi amigo desarrolló podrían haber sido registrados como una creación propia. Este tipo de registro, que podría incluir diagramas de flujo, documentación técnica y el código fuente personalizado, le habría otorgado una protección adicional. INAPI permite registrar creaciones que, aunque basadas en herramientas existentes, incluyen elementos innovadores y específicos, siempre y cuando se demuestre el uso de software debidamente licenciado.

Además, formalizar un acuerdo con la empresa respecto a la propiedad intelectual de la solución desarrollada es fundamental. Esto es especialmente relevante cuando se utilizan recursos de la empresa, pero el desarrollo es llevado a cabo de manera autónoma. Un acuerdo de este tipo podría haber estipulado que, aunque la herramienta base es propiedad de la empresa, la técnica desarrollada y cualquier mejora futura serían reconocidas como suyas, facilitando su protección y asegurando los beneficios que este desarrollo intelectual podría generar.

¿Cómo abordamos la necesidad de proteger nuestras ideas?

A partir de esta experiencia, sugiero los siguientes pasos para proteger cualquier innovación de nuestra autoría:

  1. Documenta tu Idea: Desde el momento en que comienzas a trabajar en un proyecto, documenta cada paso. Esto incluye bocetos, códigos fuente, versiones preliminares y cualquier correspondencia relacionada.
  2. Registro de Derechos de Autor: Aunque en Chile el derecho de autor es automático, registrar tu creación en INAPI te proporciona una prueba oficial de autoría, lo que puede ser crucial en caso de disputas.
  3. Acuerdos de Confidencialidad: Si estás trabajando en un desarrollo innovador, considera firmar un acuerdo de confidencialidad con tu empleador. Esto garantiza que ambos estén alineados en la protección y uso del desarrollo o creación.
  4. Consulta Legal: Si tienes dudas sobre la protección de tu software o cómo proceder, consulta a un abogado especializado en propiedad intelectual. Desde lo digital, la ONG Derechos Digitales es un recurso valioso para consultas sobre el desarrollo de “políticas públicas que protejan tanto a autores como al resto de la ciudadanía, que garanticen el acceso, limiten los monopolios de explotación cultural y fomenten un dominio público fuerte y saludable”.
  5. Uso de Software Licenciado: Asegúrate de utilizar herramientas y plataformas que respeten las licencias de software. Esto no solo protege tu desarrollo, sino que también asegura que no infrinjas los derechos de terceros.

Cambiando la cultura organizacional empresarial

El caso de mi amigo, más allá de la necesidad de proteger nuestras ideas y desarrollos, nos recuerda la necesidad de un cambio en la cultura organizacional. Las gerencias deben reconocer y valorar el talento de sus equipos, promoviendo un ambiente donde la innovación sea apreciada y respaldada.

Las empresas deben establecer políticas claras que incentiven la innovación, proporcionando los recursos necesarios y reconociendo el trabajo de sus empleados. Educar a los empleados sobre la importancia de la propiedad intelectual y ofrecer apoyo para proteger sus desarrollos es esencial. Además, es importante establecer mecanismos de reconocimiento y remuneración para aquellos empleados que contribuyen con desarrollos significativos. Esto no solo motiva al equipo, sino que también asegura que las ideas innovadoras permanezcan dentro de la organización.

No dejemos que el desánimo generado por gerencias miopes opaque nuestras oportunidades de mejora. Y claro, no es lo mismo formar parte de una organización que reconoce y celebra los logros personales de sus colaboradores como un logro empresarial; todo suma para lograr un salario emocional acorde a las expectativas del trabajador. Protejamos nuestras ideas, fomentemos el cambio y sigamos construyendo un futuro donde el talento y la creatividad sean siempre reconocidos.